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En una cárcel de mujeres, Francisco pidió «no reducir la seguridad pública a medidas de control»

En una emotiva visita a una cárcel de mujeres en Santiago de Chile, el papa Francisco aseguró: «Me viene al corazón la frase de Jesús: ‘El que no tenga pecado, que arroje la primera piedra’. Él nos invita a dejar la lógica simplista de dividir la realidad en buenos y malos». Fue al visitar el centro penitenciario femenino «San Joaquín» de la capital chilena, donde están recluidas el 45 por ciento de las presas del país.

En un lugar símbolo de la sobrepoblación carcelaria, donde están privadas de su libertad más de 1.400 mujeres en un centro con capacidad para menos de 900, Francisco pidió «ingresar en esa otra dinámica capaz de asumir la fragilidad, los límites e incluso el pecado para ayudarnos a salir adelante».
«Todos sabemos que muchas veces, lamentablemente, la pena de la cárcel se reduce sobre todo a un castigo, sin ofrecer medios adecuados para generar procesos», planteó Francisco ante casi 500 presas, que lo recibieron en el gimnasio con sus niños en brazos y ondeando pañuelos blancos.

«Y eso está mal. En cambio, estos espacios que promueven programas de capacitación laboral y acompañamiento para recomponer vínculos son signo de esperanza y futuro. Ayudemos a que crezcan», agregó Bergoglio con los ojos enrojecidos en el lugar gestionado desde 1996 por las Hermanas de la Congregación del Buen Pastor.

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