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Después de más de 30 años vuelve a latir en Pellegrini el reloj del Palacio Municipal

Era hora: Después de más de 30 años de estar detenido, el reloj cuadrado que está en la torre del frente del Palacio Municipal, esa magnífica obra del arquitecto Francisco Salamone, volvió a funcionar el jueves por la noche.
La empresa Gnomon Tempus fue la encargada de que el reloj, cuyo cuadrante además tiene luz, volviera a latir, despertando los recuerdos de muchos pellegrinenses que, incluso, volcaron su alegría con fotos y comentarios en las redes sociales.
“La verdad es hermoso ver el reloj andando; yo tengo buenos recuerdos de cuando iba a la escuela y miraba la hora en el Paladio Municipal así no llegaba tarde. Felicito al intendente y compañía, mi pueblo está siendo bendecido por Dios, y vamos por más”, escribió en Facebook uno de los vecinos, Rubén René Maldonado, mientras que, entre muchos otros posteos, Alicia Sofía Sei Benito comentó: “Qué bueno, recuperación y embellecimiento del Patrimonio Nacional de la obra de Salamone”.
Tras señalar que el reloj actualmente carecía de máquina, Guillermo del Valle, asesor de Gnomon Tempus, explicó que “los relojes del arquitecto (Francisco) Salamone tienen la particularidad de que funcionaron muy poco tiempo”, atribuyendo el repetido inconveniente a que “eran máquinas adaptadas, la mayoría de muy bajo torque para el tamaño de los relojes”.
“Salamone ha utilizado relojes monumentales, como los edificios que él proyectaba”, continuó diciendo, para justificar el deficiente resultado en una realidad de esos tiempos: “En aquella época no había buenos proveedores de relojes en el país y entonces tenían que echar mano a lo que podían”.
Sobre el trabajo ahora realizado, el especialista Del Valle señaló que una vez evaluado el tamaño de las agujas y de los cuadrantes con el sistema de las ruedas que quedaban, “porque es bueno destacar que se reutilizaron, que se mantuvieron las ruedas de bronce de cada cuadrante original”, se acopló un nuevo sistema de dos máquinas de gran torque, G3, fabricadas por Gnomon Tempus -“se usan para los relojes de flores, de esos de jardines”- y se agregó a cada una un controlador con GPS.
Del Valle precisó que para dejar el equipo a nuevo tuvieron que destrabar el cuadrante del frente, que estaba muy bloqueado con heces de paloma y tierra, conformando una pasta sólida y solidificada que impedía su movimiento, y afirmó que ahora los dos relojes, que son diferentes, están funcionando perfectamente.
“Cuando no hay energía eléctrica, el reloj se para, y cuando vuelve la energía, otra vez se pone en hora solo porque el controlador conserva la memoria durante 24 horas”, contó adelantándose a un eventual inconveniente de ese tipo. Y amplió su descripción del funcionamiento: “Una vez que está puesto en hora, dos veces por hora, a las y diez y a las menos veinte, el controlador chequea si la hora interna que tiene es la misma que le da el GPS; si varía, como sabe dónde están las agujas, las reposiciona y se va a ver que el reloj se está moviendo solo, pero eso es porque se está poniendo en hora”.
Previo a este arreglo, allá por los años ´70, Don Antonio Laboranti, con mucho ingenio y creatividad había inventado un sistema que le dio movimiento a las agujas de este emblemático reloj, aunque, como se dijo, no perduró en el tiempo y tuvieron que pasar más de 30 años para que los pellegrinenses volvieran a mirar la hora clavando su vista en la torre del municipio.

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